Qué pena oye, como lo oís... mi iBook G4, mi Mac portátil, la semana pasada hizo ¡Clack, pfffff, criiiiick! y dejó la pantalla en negro y el ventilador girando a una velocidad altísima.
Iba a chatear con mi novia con el Messenger (un programa de Microsoft, imagínate) y petó.
El pequeñajo.
El chiquitito.
Intenté arreglarlo con las instrucciones de una gente de un foro de esos tecnológicos, pero na de na. Ni el boca a boca.
Iba a chatear con mi novia con el Messenger (un programa de Microsoft, imagínate) y petó.
El pequeñajo.
El chiquitito.
Intenté arreglarlo con las instrucciones de una gente de un foro de esos tecnológicos, pero na de na. Ni el boca a boca.
Ahí han salido campañas de Citroën, de Ortegal, e inauguré mi Blog, éste mismo, desde mi casa de La Estación... en fin.
Han sido séis años estupendos, con el sistema Panther y Tiger (no podía mover el Leopard el pobre) y miles de canciones, fotos, cartas, emails... he recorrido toda la geografía española y ha expirado entre Cádiz y Málaga. Más que amortizada la máquina, digo!
Ahora tan sólo tengo un iPhone y un iMac de los nuevos, espero que me duren tanto como el chiquitín.