La felicitación más bonita que jamás imaginé recibir, de alguien que ya no está.

Cuando no me apetece ir a trabajar allí.
Cuando llega el viernes y tengo cuarenta cosas más que hacer.
Cuando creo que no puedo aguantar más, y quiero dejarlo.
Cuando no veo razón para estar allí trabajando.

Cuando quiero tirar la toalla.

Entonces...

Llega una carta como esta y me da fuerzas para continuar tan sólo un día más.
Me hace sentir orgulloso del trabajo que tengo en esa casa.
Me hace estar agradecido de estar vivo.
Y se me llenan los ojos de lágrimas.