La vida en poesía, dedicad un minuto a leerla. Enviado por Ana, desde Galicia y Madrid, al sur.



Yo nací un dieciséis de septiembre

de mil novecientos veinticuatro,

miembro de familia numerosa

y allí empezó mi calvario.


De niño me gustaba

ir mucho al colegio

pero de ir tuve poco tiempo

por tener que trabajar

a muy temprana edad.


En todos los oficios del campo

tuve que trabajar,

pero mi profesión fue

de ovejas pastor.


De niño iba con vacas a orillas

del término de Cabanillas

y allí también iba una pastorcita

de aquel pueblo

y nos hicimos buenos amigos.


Estando haciendo el servicio militar

por distracción le escribí

y ella me contestó.

Por correspondencia nos hicimos novios.

Cuando venía de permiso,

iba a verla,

y con ilusión nos hacíamos

grandes promesas.


Cuando me licencié

empecé a trabajar de pastor,

y no tenía tiempo para verla

ni poderme desplazar.

Otra chica del pueblo

me empezó a gustar

y la tuve que abandonar.


Esta chica del pueblo

conmigo era muy agradable

y empezó a embaucarme.

Pero llegó un día que no sé por qué cambió

y yo por mi orgullo

le hice una mala acción

que nunca me perdonó.


Yo estaba enamorado de ella,

y varias veces intenté ver si

las paces con ella podía hacer,

Pero solamente desprecios

de ella soportaba.


Varios años estuve esperando,

a ver si con ella me podía reconciliar,

pero me fue imposible,

Y con la que es hoy mi esposa

empecé a alternar.


Sin ninguna ilusión de casarme con ella

pero la vi sencilla, trabajadora,

con tan gran corazón,

que para dejarla no tuve valor.


En el matrimonio nos llevamos bien,

trabajamos con ilusión,

para formarnos buen porvenir,

Y cuando lo teníamos formado,

el alzheimer la atrapó.

Aquello fue mi mayor desilusión.


Llegó un día en que tenía que cuidarla,

hacer la compra, la comida

y limpiar la casa,

hasta que llegó el día

que en la residencia nos acogieron,

de lo cual estoy muy agradecido

porque en ella estamos

muy bien atendidos.


(Se me eriza la piel al leer cosas así)