Me adoptó hace catorce años en una tienda de animales y muebles (?) camino de Navacerrada, junto a su hermana, Pepita.
Vivimos juntos de todo, viajamos por España, hicimos rutas... y tiene a sus primas Gi y Neskita siempre presentes. Prefiere el agua de las macetas que la de su cacharro, porque sabe a tierra.
Ahora, en Cádiz, disfruta de una vejez de lujo con playa y campo en la puerta de casa, tomando el sol en las terrazas y gorroneando lo que puede y más a Alanis y Salo.
Por cierto, cuando ellas cantan las canciones del coro, Rita canta con ellas.
Qué suerte tengo con mi perra.
¡Felicidades, Rita!