Un SÍ a favor de la Iglesia.

Espero que a todos aquellos que reniegan hoy de la iglesia (es barato o gratuito, y está de moda) no les haga falta ayuda en algún país del tercer mundo cuando estén de vacaciones, porque será la iglesia la que esté allí, que no tengan que recurrir a Cáritas ni a ninguna parroquia en busca de cobijo, ayuda para un hijo, comida o dinero.

Espero de corazón que ningún familiar suyo necesite la ayuda de unas monjas para valerse por si mismo, cuidarse, ayuda para vestir o educar a sus niños e incluso prepararse para morir. Cuando no para salir de la droga, en cárceles o instituciones.

Aunque no comulgue, aunque no vaya a la Iglesia semanalmente, cada año pongo decididamente mi X en la declaración y creo firmemente en valores y principios que la Iglesia promueve. Me siento orgulloso de mis familiares y amigos que han decidido formar parte de esa institución, muchísimo más que todos aquellos que consiguen logros materiales o profesionales.

No hay nada más bonito que dar sin esperar nada a cambio. La crítica dice mucho de quien critica y muy poco del que es criticado.