Años atrás decidí convertir cada día de mi vida en una página en blanco.
Cada día decido qué incluyo y qué no.
Es cuando me asomo al libro y veo lo que he vivido y escrito cuando, sin lugar a dudas, tomo conciencia de que soy, y me siento, uno de los pocos afortunados de tener todo con nada. Y me siento libre.
Un paseo con mi vieja perra desde mi casa hasta Tarifa, por Punta Carnero, en una mañana de otoño. Sentado en una de esas rocas, con el mar batiendo fuerte, la lluvia amenazando en el horizonte y con el libro "Los barcos se pierden en tierra" de Arturo Pérez Reverte en mis manos me doy cuenta de que lo importante es el camino que recorres, y no el destino que te marcas.
Gracias, aún no sé a quién.