Alerta naranja





















La chimenea sigue muerta, apagada. El sofá se antoja demasiado grande. La mesa del salón, ordenada. Sin papeles, bolsas ni platos. Hay chocolate en la despensa, y en la nevera todos los alimentos me resultan familiares. Sota, caballo y rey.

No soy original. La aceptación es para cobardes, débiles. Ahora, en mi alma llueve demasiado, calando hasta las entrañas. Alerta naranja.

Bajo esa lluvia que vierten sobre mi sus estrellas, volveré a intentar dormir fundiendo las horas a negro. Y así, otro día más y otro día menos. Lo mismo. Sin historia.