A estas alturas de mi vida ya no tengo un único escritor favorito, sino un conjunto de ellos. Uno de mis autores de referencia es sin duda Javier Reverte, escritor, periodista, conferenciante y viajero. Con una obra prolífica que regala un libro al año, me permito el lujo de disfrutar de uno de ellos al iniciar cada verano. Y hace de cada lectura una aventura.
Gracias a él, con sus libros y Google Images al lado, he podido visitar lugares como Kenia, Tanzania, Zambia, el Congo, Alaska, China, y en este caso la ciudad a la que menos me apetece ir de todo el mundo: Nueva York.
Javier Reverte me invita a viajar y a perderme en el mundo de las millas de los sueños, aunque una urbe tan desmedida como Nueva York me resulta prescindible por completo. Reverte ha vivido allí varios meses, ha sentido el pulso de la ciudad y pone todo su empeño en transmitir su enamoramiento hacia el Jazz, Sinatra, las ostras, el buen vino y el arte contemporáneo. Punto.
Al terminar este libro, de narrativa precisa y fácil de leer, me sigue sin apetecer un pepinillo viajar a Nueva York. Exactamente igual que antes de leerlo. Y no es por demérito del autor, para nada. Es una obra recomendable para quien se plantee una escapada a la gran manzana porque, como todos los de Javier Reverte, merece la pena leerlo.
Me quedo esperando su próximo viaje, su próximo libro. Ojalá elija un destino más exótico, lejano, inspiracional y onírico.
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