Uno de los afluentes del Río Pícaro es el Arroyo de la Marchenilla. En invierno y primavera suele llevar abundante agua y la vida florece alrededor. Reses de alguna ganadería de la zona utilizan su cauce para beber, así como meloncillos, jabalíes, zorros, grullas y demás aves. Pasear por el bosque en otoño e invierno entre chaparros y acebuches es muy agradable, aunque llegas a casa con barro hasta las cejas. Poca cosa hoy, ya que salgo de un resfriado. Ahora, a comer de cuchareo, que es lo que me pide el cuerpo.