No hay nada que genere más infelicidad que vivir en la ingratitud.

Si diéramos más valor a un techo, un poco de comida, unos libros, una buena compañía y una buena salud nos percataríamos de que la mente enferma por el deseo de lo que creemos carecer.
Porque no hay nada que genere más infelicidad que vivir en la ingratitud.