Este verano espectacular nos trajo muchas bonitas sorpresas. Una de ellas, haber descubierto este rincón precioso, auténtico, local y tradicional. Akchour, donde el cauce de un río crea pequeñas cascadas de refrescantes y cristalinas aguas donde la gente se reúne para comer deliciosos tallines, ensaladas y cuscús elaborados en la misma orilla del río con leña y carbón de los bosques cercanos.
Pudimos remontar el cauce durante una hora y pico, pero no llegamos hasta la cascada principal ni al Puente de Dios, que dejamos para otra ocasión porque, en realidad, promete.
Y de postre, un té.