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No es un perro de agua

Era un Doberman, lo lavamos y encogió.

Donde Europa termina, empieza el viaje.

Con los pies en Europa y la mirada en África. Tarifa, la Isla de las Palomas. La descubrímos caminando con el viento en la cara, siguiendo ese pasillo de tierra que une el continente con una pequeña isla.

Allí está el faro, imponente y tranquilo, marcando el punto exacto donde Europa dice adiós. A un lado, el Mediterráneo. Al otro, el Atlántico. Y en el horizonte, Marruecos.

El viento sopla como si quisiera contarnos historias de navegantes, de migraciones, de encuentros y despedidas. Nos quedamos ahí un buen rato allí dejando que ese lugar tan al sur se nos quedara grabado.

Volveríamos mil veces, no nos iríamos.